Hacía años que se rumoreaba sobre su estado de salud. Las drogas, las enfermedades y una fortísima depresión tras la muerte de Marga, la que había sido su pareja y su tabla de salvación y a la que dedicó –post mortem- su álbum ‘3000 noches con Marga’, hicieron que los buitres carroñeros merodearan su “cadáver” mucho antes de abandonar este mundo.
Quizá no nació sabiendo que caminaría entre pentagramas, pero sí con la poesía entre sus dedos. Quizá no supo que quería ser músico hasta que lo abandonó todo –unos estudios de Arquitectura y Sociología insípidos para su genialidad- para formar junto a su primo, Nacho García Vega, el grupo que se convertiría en abanderado de toda una generación, Nacha Pop. Un año antes, las horas muertas en una guardia de la ‘mili’ habían arrancado de sus entrañas ‘La chica de ayer’, que incluyeron en su primer álbum de estudio convirtiéndose en la música de fondo de la llamada ‘Movida Madrileña’. Algunos dicen que la mejor canción de todos los tiempos del pop español, otros, toda esa generación que cruzó la barrera del franquismo hacia la transición a golpe de modernidad, tupés y litronas en mano, dicen que la banda sonora de su vida.
Incluso tras abandonar Nacha Pop en 1988, adiós que se produjo en la sala madrileña Jácara con un directo, y con el fantasma de la heroína pisándole los talones, continuó una carrera en solitario plagada de letras melancólicas y música que parecía traer toda la calma y dulzura que faltaban en su vida. Porque aunque le empezasen a abandonar las fuerzas, siempre tuvo alguien que le ayudara a colocarse la guitarra en su enclenque cuerpo para entonar los acordes de toda una generación. Esa generación que hoy llora la muerte del poeta que fue capaz de plasmar los miedos, los amores y los desamores de todos ellos.
Hasta siempre Maestro, gracias por regalarnos tu alma hasta el final.
[La despedida a Antonio Vega será el miercoles 13 de Mayo, a partir de las 13:00 h en la sede de la SGAE]
